Los ojos de los ladrones centelleaban a la luz de la luna, prendidos por la codicia. Más de un centenar de kilómetros habían recorrido a bordo de una carreta tirada por escamosos al son de los insoslayables cantos de sirena de una Albemuz abandonada y, a decir de muchos, presta para aquellos que se atrevieran a traspasar sus umbrales.

A pesar de haber vencido a la Nueva Inquisición, los pocos tennen que continúan con vida, salvo algunas excepciones, fueron desterrados a una isla rodeada de un mar de ácido siguiendo las órdenes del enloquecido emperador Herafou.

Sin embargo, por desesperada que sea la situación, los tennen no están dispuestos a permitir que el caos se instaure en el imperio, y, auxiliados por la misteriosa Utt, un grupo de dragones y varios infiltrados, idearán un plan con el que recuperar sus fortalezas y establecer un gobierno de paz.

Aunque nada comparado con el fin último: hacer frente al ominoso Torquiades, el enigmático ente que desde Ciudad Tormento mueve los hilos de la oscuridad, las fichas negras de una partida eterna que se compone de todo lo que ha sido, es y será.