En un mundo en el que la superficialidad predomina sobre la reflexión, y la inmediatez que imponen las tecnologías de la comunicación domina sobre la dimensión temporal de la vida, entender a la muerte como hecho trascendente y al ser humano como ente que así trasciende, es indispensable para que la calidad de la atención al final de la vida sea la que cualquier persona merece.En un mundo en el que la superficialidad predomina sobre la reflexión, y la inmediatez que imponen las tecnologías de la comunicación domina sobre la dimensión temporal de la vida, entender a la muerte como hecho trascendente y al ser humano como ente que así trasciende, es indispensable para que la calidad de la atención al final de la vida sea la que cualquier persona merece.